lunes, 7 de marzo de 2011

Diarios de Viaje

III. Diario de José Enrique Palacios. Algún lugar de la ruta 5. El último cartel que vi decía “Trenque Lauquen 22 km.”

Silencio. Silencio de muerte. Silencio de hospital a las 3 de la madrugada de un martes cualquiera. Pero este silencio no es en un hospital. Es un silencio de hospital en un micro de larga distancia rumbo al sur. Al sur del continente, mas al sur que el sur. Bueno, no tanto. Sólo digamos que rumbo a algún lugar de la Patagonia. Como tantas otras veces, en tantos otros viajes, me encuentro mirando por la ventanilla – casi siempre de noche – y no veo mas que estrellas (y claro si es de noche). Miento, también se ve algo negro, una masa oscura que se extiende interminablemente entre lo que imagino como suelo y lo que se me pierde como cielo. Es ahí, es en esa rendija en donde se me pierde la vista. Siempre me pasa, no sé porqué. Es normal que en esos momentos me den ganas de escribir, pero nunca puedo superar la barrera de la hoja en blanco. Miento nuevamente. La supero y no la supero. No soy un escritor compulsivo, en todo caso soy un lector compulsivo (me acompaña Bolaño sobre el asiento vacío a mi derecha). Sin embargo suelo escribir algún que otro poema, o algo que se le parezca. Me gusta mucho la poesía pero no he leído tanta. Quizás eso pueda ser visto con malos ojos por algún poeta justiciero, yo me considero un simple entusiasta. Quizás sea como ellos dicen: la poesía produciendo poesía que produce poetas que producen poesía. ¡Espero que sea así! Siempre tuve una afinidad particular hacía las frases circulares. Me gusta eso de ir y venir. Me gusta pensar que lo que dicen es cierto. Y si no lo es, no me importa, total que yo sepa no existe un diccionario de poesía (si alguien lo encuentra por favor quémelo). Y sin irme mucho por las ramas (justo pasa un árbol descascarado por la banquina) voy a decir simplemente que me vinieron muchas ganas de escribir. No es la primera vez. Supongo que no será la última. Una vez creo que soñé que me dijeron pibe vos sentate y escribí. No sé si lo hice o no. Pero supongo que en este momento lo estoy haciendo, en un micro de larga distancia rumbo al sur. Sale música por mis auriculares. Suena Nick Cave y sus malas semillas. Ahora sí, definitivamente muero por un cigarrillo.

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